Por: Ronna Rísquez, Lorena Meléndez, Sheyla Urdaneta, Liz Gascón y Ahiana Figueroa*
*Este artículo es parte de una investigación especial de la alianza entre El Espectador, de Colombia, y los medios de la Alianza Rebelde Investiga (Runrun.es, El Pitazo y Tal Cual), de Venezuela, y ha sido reproducida por permiso. Pueden visitar el original, que es finalista de los Premios Gabo de periodismo, aquí.
Venezuela es considerada el paraíso de los certámenes de belleza: tiene siete Miss Universo, seis Miss Mundo y otra docena de reinas más en diversas competencias internacionales. Con base en estos récords, entre bromas se decía que el segundo “producto” de exportación del país suramericano, después del petróleo, eran las mujeres bellas. Hoy, algunos de estos concursos son utilizados para captar a cientos de mujeres y niñas venezolanas, trasladadas como “mercancía” a lo largo de América Latina por redes de trata. El Tren de Aragua lidera esta estructura de explotación sexual que sale de Venezuela y en su recorrido hace parada en al menos diez estados del país.
“Entre los eventos que promociona la banda criminal (el Tren de Aragua) en Güiria están los certámenes de belleza. En estos concursos las chicas que ganan los tres primeros lugares reciben premios como celulares, dinero y otras cosas. Así empieza el proceso de captación para la trata. Luego las invitan a fiestas que incluso hacen en la cárcel de Tocorón (ubicada en el centro de Venezuela, en donde sigue preso Héctor Rusthenford Guerrero, o Niño Guerrero, al mando del accionar del Tren de Aragua)”, relató Magaly*, una activista que brinda apoyo a las sobrevivientes de trata, y pidió no revelar su identidad por temor a represalias.
Güiria es la capital en el municipio Valdez, una ciudad de 40.000 habitantes, ubicada en el estado Sucre, al oriente de Venezuela. Tenía una importante actividad pesquera y fue muy próspera hasta principios de 2000. Cuenta con una ubicación estratégica que facilita el transporte de todo tipo de mercancía por vía marítima hacia el Caribe, Europa y África.
Entre 2017 y 2018, mientras muchos de sus habitantes huían de la crisis que vive Venezuela en precarias embarcaciones pesqueras con destino a Trinidad y Tobago, unos nuevos conquistadores comenzaron a llegar a Güiria y se establecieron en los pueblos cercanos. Eran miembros del Tren de Aragua. “Lo sé porque venían de la cárcel de Tocorón. Los reconoces por la vestimenta que usan, cómo hablan y por las armas que algunos portan como fusiles. Además, todos en el pueblo saben que uno de los pranes (jefes del crimen presos) es de aquí, de Güiria”, explicó Juan Carlos*, un comerciante que conoce cómo opera el negocio de la trata en esa localidad, y que —como todos en el pueblo— sabe que Carlos López, o “Pilo”, uno de sus paisanos, es también uno de los jefes criminales en el Centro Penitenciario de Aragua.
Rápidamente, el Tren tomó el control de toda la actividad delictiva en la pequeña ciudad y sus alrededores. Esto incluyó la trata de mujeres para la explotación sexual, una de las más de 20 economías ilícitas en las que ha incursionado el grupo criminal, desde su nacimiento en 2014. “A las chicas las manipulan, las enamoran y las prostituyen. Las captan con los concursos de belleza. Aquí hay certámenes de belleza todos los meses”, aseguró Juan Carlos.
La relación de los pranes con el delito de trata de mujeres comenzó a finales de la primera década de 2000, cuando las autoridades permitieron la pernocta de familiares y parejas de los privados de libertad en las prisiones. La permanencia de estas visitantes se extendía por semanas y meses, y en esos grupos también comenzaron a ingresar mujeres prostituidas.
Tocorón se convirtió en un destino atractivo para la prostitución: había fiesta, seguridad y dinero. Pero no todas llegaban a la prisión por sus propios medios y no todas eran mayores de edad. “Hay personas en los barrios y en los pueblos que trabajan para el Tren y se encargaban de captar a las adolescentes. También se han establecido puntos en algunas de las plazas de Maracay donde llegan vehículos que las recogen y las llevan a Tocorón”, explicó un funcionario que presta servicio a los cuerpos de seguridad del Estado.
La exportación de este delito a través de los vagones del Tren de Aragua comenzó entre 2017 y 2018. Estos fueron los peores años de la emergencia humanitaria de Venezuela, cuando millones de personas comenzaron a huir del país. Una funcionaria de la policía judicial, que pidió no publicar su nombre, explicó que fue durante este periodo que empezaron a aumentar drásticamente las denuncias y detenciones asociadas a la trata para explotación sexual. “En esos años había mucha desesperación por la crisis económica y las jóvenes eran fácilmente captadas por estas redes, en particular por el Tren de Aragua”, detalló.
En paralelo, también empezó la expansión nacional e internacional del Tren. Así se tejió la red de explotación sexual que lidera la organización en América Latina, y que hoy incluye a Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, y tiene a Colombia como base de operaciones, como lo reveló la primera entrega de esta investigación.
En Venezuela la trata de personas, con fines de explotación sexual, es un delito que ha ido en aumento, sin que se conozcan datos oficiales, ni acciones preventivas y contundentes desde el Estado. En 2004, el Informe Anual sobre Tráfico de Personas del Departamento de Estado de Estados Unidos situó a Venezuela en el renglón tres, en donde se ubican los países cuyos gobiernos no cumplen plenamente con los estándares mínimos establecidos en el Acta de Protección a las Víctimas de la Trata (TVPA por sus siglas en inglés) y no están haciendo esfuerzos significativos para alcanzarlos. En esa categoría se ha mantenido hasta el reporte de 2022, en el que se señaló que los empeños por frenar este delito no habían mostrado resultados. De las 24 menciones que se hacían sobre Venezuela en el reporte de 2004, se pasó a 125 en el documento de 2022, lo que indicó un incremento de los casos y en la preocupación internacional.
Un análisis de prensa realizado para esta investigación identificó que entre 2022 y 2023, hay reportes sobre casos de trata, detenciones y captación de mujeres, niñas y adolescentes en territorios controlados por el Tren de Aragua. Al menos 10, de los 23 estados (departamentos) de Venezuela tienen registros: Aragua, Bolívar, Falcón, Monagas, Mérida, Apure, Táchira, Carabobo, Distrito Capital (Caracas) y Sucre.
Cuando el Tren llegó a Güiria, en las costas de Sucre, una de las actividades que popularizó en el pueblo fueron los concursos de belleza. Incluso, en 2018, cuando el país atravesaba una de las peores crisis económica, política y social, no hubo obstáculo para que se celebrara con gran despliegue la elección de la reina de Carnaval.
Los organizadores de los concursos de belleza son personas del pueblo que gozan de la confianza de los habitantes del municipio Valdez, que estarían vinculados con el Tren “y cuando las mujeres se dan cuenta, ya han establecido relaciones de trata”, dijo Magaly, la activista que ayuda a las víctimas.
Juan Carlos agregó que, en algunos casos, también utilizan como fachada las agencias de modelaje para niñas y adolescentes. Hay cuentas en redes sociales en las que las adolescentes de Güiria de 15, 16 y 17 años de edad invitan a otras niñas a sumarse a estas organizaciones de modelaje y a los concursos de belleza. “(…) quiero que todas esas niñas que tienen deseos de seguir adelante luchen por sus sueños, porque así como yo lo estoy haciendo muchas los podemos hacer”. Es el mensaje que repiten las adolescentes en los videos promocionales.
“Son chicas que tienen necesidades económicas y se encargan de promover la captación de otras jóvenes para la prostitución, primero en la propia cárcel, luego fuera de ella y especialmente en Trinidad”, señaló Juan Carlos. Algunas de estas jóvenes llegan a enamorarse de los integrantes de la banda, se convierten en sus novias y luego son manipuladas para pertenecer al “negocio”, agregó Magaly.
“Muchas de estas personas que son objeto de tráfico de migrantes también son víctimas de trata, pero son criminalizadas. En Trinidad y Tobago hay turismo y casas de explotación sexual. Se presume que algunas desaparecidas puedan estar en estos lugares, pero no ha habido una investigación exhaustiva en estos casos”, dijo Norma Ferrer, de la ONG Corporazione Internazionale (COOPI).
Entre las víctimas de trata hay mujeres de todas las edades: 20, 30, 40 años. En estos casos, al viajar a Trinidad y Tobago, a las mujeres se les informa que deben pagar una cuota en dólares a la banda por “la ayuda” de llevarlas a la isla en un bote que sale desde Güiria. Allá las recibe una persona que forma parte de la red, luego de iniciarse en la prostitución, deben cancelar una deuda de aproximadamente 2.000 dólares. Solo así quedan libres. Pero como su condición migratoria no es regular, se ven obligadas a seguir prostituyéndose en la isla.
Otra de las prácticas del Tren es la venta de adolescentes venezolanas a las organizaciones criminales de Trinidad y Tobago. No les cobran el pasaje en bote, sino que las entregan a otras redes de trata a cambio de 300 o 500 dólares, contó otro de los lugareños consultados para este reportaje.
Norma Ferrer, de la ONG COOPI, aclaró que las formas de captación no siempre pasan por las redes dedicadas a la trata de personas. “Vimos mucha presencia de familiares, madres, tíos, primos que venden a su familiar”.
Entre 2019 y 2020 se registró el naufragio de tres embarcaciones (Ave María, Yonaily y Mi Refugio) que habían salido de las costas de Güiria. Murieron más de 100 migrantes y muchas de las víctimas eran mujeres y niñas, que eran llevadas a Trinidad y Tobago para ser explotadas sexualmente.
“En esas lanchas iban niñas menores de edad, que se habían escapado de sus casas incitadas por compañeras del liceo. Las llevaban a hoteles, las preparaban, les compraban ropa. Luego las montaban en los viajes”, contó una abogada de Güiria, que conoció muy bien los casos de algunas víctimas.
Las autoridades policiales han realizado varios operativos en Sucre, en los que han detenido a delincuentes por trata de personas, pero poco informan sobre las bandas involucradas. Por su parte, organizaciones de ayuda humanitaria, como Cáritas Venezuela, atendieron en Güiria a 36 mujeres deportadas en 2022 que fueron víctimas de este delito.
La asociación civil Mulier, en su informe “Libres y seguras” presentado a finales de marzo, señaló que, de 1.390 venezolanas rescatadas de redes de trata en la región durante 2022 (de las cuales 284 eran niñas y adolescentes), siete provenían de Trinidad y Tobago.
Sobre el Tren, los habitantes de la Península de Paria aseguran que ampliaron su control en la zona. Sus conexiones llegan no solo a Trinidad, sino también a Granada, Martinica, Barbados y Santa Lucía (casualmente, países beneficiados con la cooperación energética con Venezuela). “Nada sale de aquí sin la aprobación del Tren de Aragua”, dijo Juan Carlos.
Aunque no hay cifras oficiales que permitan tener una idea clara de la gravedad de este delito, la creación de una oficina en la policía científica, dedicada exclusivamente a la investigación de la trata en septiembre de 2022, es un indicador del crecimiento que ha tenido esta economía ilícita y la preocupación que ha despertado en las autoridades.
“¿Tú crees que yo estoy jugando? Ya vas a ver cómo es la vaina. Te vienes con nosotros o se mueren los tuyos. ¿Me estás entendiendo, tú?”. Ese fue el último mensaje que recibió Ana*, antes de huir de su pueblo natal, La Vela de Coro, en Falcón, un estado costero en el occidente de Venezuela, fronterizo con las islas Aruba, Curazao y Bonaire.
Cuando la llamaron por primera vez pensó que era un juego. “Somos del Tren de Aragua. ‘¿Tren de Aragua?’, me pregunté, y me dije ‘esa gente se equivocó. ¿Qué pueden querer conmigo?”. Supuso que era un amigo que tenía en la orquesta donde recibía clases de música y hacía bromas con que pertenecía a una banda.
Las instrucciones, sin embargo, fueron claras: Te queremos, te vienes con nosotros, vas a tener tu plata y le puedes enviar a tu familia. Desde el primer momento dijo que no podía, que no estaba interesada. Por eso, el cierre de la llamada fue contundente: “No estás entendiendo, tú. ¿O es que te quieres morir?”.
Un día le enviaron al WhatsApp una foto de ella caminando con su hermana por la plaza de La Vela de Coro. Recuerda que miró a todos lados y no vio a nadie. Ese día sintió que se paralizaba.
Le escribió a una amiga y le contó sobre los mensajes. Fue a la primera persona que le habló sobre la propuesta que le hicieron, la amenaza y el miedo. Su amiga le dijo que esos hombres no estaban jugando, que eran capaces de hacer lo que le decían. La amiga lo sabía porque estaba viviendo en Curazao y ya había vivido esa misma historia. Aunque su amiga era presa de otra organización de trata, conocía la operación del Tren.
Ana está a salvo. Al menos es lo que ella siente en este momento. No quiso decir su verdadero nombre, teme hablar de las fechas de las llamadas. Dice que cualquier dato puede delatarla. “Si quieren me ponen Ana”, dijo en entrevista para esta investigación. Ana acababa de cumplir 21 años, se graduó de bachiller, pero no pudo seguir estudiando. Trabajaba en tiendas de bisutería, en peluquerías y había terminado un curso para hacer laminado de cejas y poner pestañas. En su casa trabajaban ella, su mamá y su abuela porque su hermanita aún estaba en bachillerato, apenas había cumplido 15 años.
Recuerda que cuando su amiga le planteó irse hasta Curazao en las “rápidas”, que son los botes de motor que llevan a personas de manera irregular desde La Vela de Coro hasta la isla, no se quiso embarcar en esa travesía. “A mí me da miedo todo eso. Mi amiga me dijo que yo era bonita, que tengo buen cuerpo, que ella le había mostrado una foto mía a la gente y yo había gustado. Dije que no. Otras amigas sí se fueron”.
Desde 2019, habitantes de La Vela de Coro hablaban del Tren de Aragua, pero casi que en secreto. Ella creía que solo buscaban gente para que matara y amenazara, como había visto en TikTok, y que todos se habían ido a Perú. Pero cuando le dijeron que la querían con ellos no entendió muy bien de qué se trataba. “Me querían para eso, para que fuera prostituta”.
La Vela de Coro ha sido noticia en Venezuela desde 2017 por la desaparición de personas y por denuncias de trata con fines de explotación sexual de mujeres en la travesía que las lleva desde un poblado del estado Falcón hasta Curazao y Aruba. En 2018 ocurrió un accidente que visibilizó la ruta de la muerte, como la llamaron algunos: una embarcación con 30 personas naufragó. Después de ese accidente se conoció que se trataba de un negocio que dominaba una banda local denominada Los Lobos y consistía en llevar a personas de forma irregular a Curazao.
Pero cuando los hombres del Tren de Aragua se enteraron de que este podría ser un negocio, comenzó la lucha por el territorio.“Acabaron con Los Lobos. Ahora ellos son los amos y señores. Las mujeres son las que más corren peligro”, dijo Aníbal*, quien se enteró tiempo después de esta práctica.
Algunas amigas y compañeras del liceo de Ana se estaban preparando para irse a trabajar a la isla como “modelos”. Algunas regresaron y contaron que el empleo era como trabajadoras sexuales. “Volvieron cambiadas, con plata, con extensiones en el cabello, con ropa fina y zapatos a la moda. Ellas iban y volvían a buscar a otras mujeres”.
Por ahora, Ana dice que está a salvo. No quiere saber nada de lo que pasa o no en su pueblo. “Yo me quiero desentender de todo. Para qué jugar con fuego. Esa gente es el diablo”.
En el caso del estado Aragua, ubicado en el centro de Venezuela y base de operaciones del Tren, la captación de mujeres para la prostitución es constante y casi masiva. “Quiero unas ‘pollitas”, suele ser la frase con la que los pranes exigen a sus contactos externos que les lleven niñas o adolescentes al penal de Tocorón.
En Maracay (capital de Aragua), el área de Las Delicias es utilizada para captar a las jóvenes y lo mismo ocurre en San Vicente, la comunidad que desde 2015 es controlada por el Tren. Caña de azúcar y La Candelaria, dos urbanizaciones del norte de la ciudad, son zonas donde adolescentes y mujeres víctimas de trata son mantenidas en cautiverio para luego llevarlas al extranjero. Fuera de la ciudad, estos puntos de cautiverio están en los municipios Francisco Linares Alcántara (Santa Rita), Sucre (Cagua) y Zamora (Villa de Cura).
“Pollitas” es la denominación que usa la banda para referirse a las niñas y adolescentes. Quienes captan, afirmó un funcionario policial, suelen ser otros menores de edad o jóvenes que se hacen amigos o novios de las víctimas para convencerlas de dejar el país. En otros casos, dijo, son las madres quienes entregan a sus hijas para “prostitución forzosa”, señaló.
Durante los primeros días de marzo de 2023, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) emitió una alerta amarilla ante la Policía Internacional (Interpol), una notificación que se publica para dar con el paradero de personas desaparecidas. La activación ocurrió por una víctima de trata: una adolescente de 16 años que salió desde el terminal de pasajeros de Maracay, en el estado Aragua.
De acuerdo con un reporte oficial, la investigación comenzó luego de que la madre de la muchacha denunciara su desaparición y comentará a los policías el hallazgo de una conversación en el perfil de Facebook de su hija con una mujer que le ofrecía trabajo en Perú.
Las pesquisas identificaron a Biesney José Ocanto López, un hombre de 33 años de edad, como el responsable del traslado de la adolescente a bordo de un autobús que la condujo hasta Guasdualito, estado Apure, en la frontera sur con Colombia. Una vez allí, otras personas de su grupo criminal llevarían a la joven hacia Arauca, para continuar su camino a Perú, donde sería explotada sexualmente.
Ocanto López, detenido en la parroquia Santa Rita de Maracay, según la versión policial, es miembro de una banda llamada “Los tratantes internacionales”, una organización delincuencial de la que nunca se había hecho mención en comunicados oficiales o medios de comunicación, y que supuestamente opera desde los terminales La Bandera (Distrito Capital), Maracay y Guasdualito.
Aunque en los reportes oficiales no se indica una posible relación del detenido con el Tren de Aragua, dos funcionarios policiales entrevistados para esta investigación aseguraron que no hay forma de que un grupo criminal cometa delitos en Aragua sin ser parte del Tren. “Todo el crimen aquí, en este estado, lo controlan ellos, los pranes de Tocorón”, afirmó un comisario del CICPC en Maracay, que pidió no publicar su nombre.
Otra funcionaria de la misma institución, que también solicitó mantener su identidad en resguardo, pues no está autorizada para ofrecer declaraciones, agregó que “la única forma de que un grupo delictivo cometa crímenes en Aragua es que pague una ‘vacuna’ –una especie de cuota o impuesto– al Tren de Aragua. Es así, o algo parecido, porque el Tren llega a donde sea”, dijo.
Por otra parte, es poco probable que cualquier organización criminal decida operar desde Santa Rita, la localidad donde fue capturado Ocanto López, pues este es el pueblo donde nació y creció Héctor Guerrero, o “Niño Guerrero”, el jefe de la banda que opera desde la prisión de Tocorón.
La desaparición de la adolescente de 16 años no ha sido el único caso reciente de trata de personas en Aragua. Solo durante febrero de 2023, el estado fue el escenario de al menos otros tres operativos policiales que terminaron con imputados por este delito.
En febrero se informó sobre el arresto de un joven de 22 años, por supuestamente trasladar hacia la frontera a jóvenes captadas por redes sociales para ser explotadas sexualmente en Perú. Por cada víctima transportada, el hombre recibía 150 dólares. Ese mismo mes, el CICPC anunció el rescate en el terminal de Maracay de otra presunta víctima de trata: una adolescente de 14 años, proveniente del estado Mérida, en la cordillera andina venezolana, quien había salido de allí bajo engaño por una oferta de trabajo ofrecida por una mujer en el centro del país. En este caso tampoco se mencionó al Tren, pero la parada en la principal terminal de buses de Aragua no parece casual.
Por otra parte, en Táchira, en la frontera con Colombia, cinco jóvenes supuestamente miembros del Tren de Aragua fueron detenidos por trata y tráfico de personas. La declaración del comandante de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en ese estado, Manuel Romero Inciarte, confirmó que es uno de los puntos de origen de la trata de personas en el país: “Los captan en el centro del país o en Caracas. Les cobran 120 dólares y les prometen facilidades de logística. Los encierran en hoteles o en residencias, los pasan por trochas y los abandonan del otro lado”. Sin embargo, testimonios recogidos para esta investigación en Colombia, Perú y Chile aseguraron que ese “abandono” no ocurre, el Tren lleva a las víctimas a distintos destinos para explotarlas sexualmente.
Una detective del CICPC en Aragua corroboró el auge del delito en la región: “Ahora está fuerte. La gente cae por la falta de dinero y la desesperación. A ellas también las usan para traficar armas y droga”. Según la funcionaria, por esta razón se han limitado los permisos de viaje para menores de edad en la policía judicial.
* Los nombres reales fueron protegidos por seguridad.
*Este artículo es parte de una investigación especial de la alianza entre El Espectador, de Colombia, y los medios de la Alianza Rebelde Investiga (Runrun.es, El Pitazo y Tal Cual), de Venezuela, y ha sido reproducida por permiso. Pueden visitar el original, que es finalista de los Premios Gabo de periodismo, aquí.