Texto: Ronna Rísquez
El Tren de Aragua, la organización criminal que nació en las cárceles de Venezuela, no para de crecer. Como parte de su estrategia de expansión para controlar territorios y ampliar sus negocios ilícitos, llegó a Colombia, Chile y Perú, donde está causando estragos. Ahora, presuntos miembros de la organización han sido arrestados en Estados Unidos, lo que está generando una ola de preguntas, y teorías, sobre su presente y futuro.
Aquí cuatro claves para entender la importancia, y el futuro, de este fenómeno.
Oficialmente, las autoridades de 16 estados de Estados Unidos – incluyendo Texas, Colorado, Nueva York, Florida, Illinois y Tennessee, entre otros– han denunciado que miembros del Tren de Aragua (TdA) operan en sus ciudades.
Extraoficialmente, las policías locales dicen que hay más, y se sospecha de su presencia en otros estados, como Nuevo México. Lo que todavía no es claro es si estas personas están conectadas con los líderes de la organización en Venezuela y en otros países o si son células independientes.
Estas personas están involucradas en una serie de delitos, entre ellos algunos de los más comunes para el TdA como la trata de mujeres migrantes, el microtráfico de drogas y las extorsiones.
Lo último que se ha visto en Estados Unidos es que se están dedicando a la trata de mujeres trans con fines de explotación sexual. Además, están involucrados en otros delitos que han ido adaptando, por ejemplo, el robo de cajeros automáticos y de vehículos que luego modifican para cambiarles la identidad y venderlos en mercados informales.
Pero es importante resaltar que el TdA llega a un país donde ya existen mafias y estructuras criminales que vienen operando desde hace muchísimos años. En Estados Unidos, el crimen no es algo nuevo.
El Tren de Aragua ha logrado expandirse más rápidamente que otras organizaciones criminales de América Latina gracias a su gran visión estratégica. Sus miembros tienen muy en claro que su objetivo principal es obtener rentas, y en eso se enfocan. Esto es lo que los ha llevado a diversificar su portafolio criminal que ahora incluye más de 20 actividades delictivas.
Son eficientes porque tienen una enorme capacidad de adaptación, que viene dada en parte por la necesidad de supervivencia a la que ha estado sometida la población de Venezuela y, por supuesto, en mayor medida, las personas que estaban privadas de libertad.
Esta capacidad de adaptación es lo que les permite a los miembros del grupo llegar a un territorio y rápidamente identificar las oportunidades de negocios criminales que existen, como la migración, a la que ven como una forma de moverse y explotar a una población muy vulnerable. Tienen, además, una enorme capacidad de negociación. Son un grupo que evita la confrontación y, en cambio, cuando entra en territorios nuevos o en otros países, negocia con grupos locales que le permitan operar o convertirse en prestadores de servicios. Es lo que ha pasado, por ejemplo, con el Primer Comando da Capital en la frontera entre Venezuela y Brasil.
Estamos hablando de un nuevo modelo de crimen organizado, donde estas estructuras, finalmente, lo que terminan impactando más que en el gran crimen como el tráfico de toneladas de drogas, es en la gente común, en la seguridad ciudadana. Esto se traduce en una percepción negativa sobre el desempeño de las instituciones y afecta la popularidad de los alcaldes, la credibilidad de las policías y tiene un efecto en la ciudadanía que definitivamente debe ser observado y atendido por los responsables de diseñar las políticas públicas y de seguridad.
La toma de la prisión de Tocorón, que era el centro de operaciones del Tren de Aragua en Venezuela, el año pasado, fue un gran golpe para la organización y uno que ha generado cambios en su dinámica de funcionamiento en la forma en la que se coordinan con las células que operan en otros países. De hecho, en Colombia y Estados Unidos ya se ha visto la presencia de grupos que se autodenominan “anti-tren” formados por personas que pertenecían al TdA y ahora están formando sus propias organizaciones.
Cualquiera sea el futuro del Tren de Aragua, es importante entender que como organización representa solo un grupo que responde a un nuevo modelo criminal asociado a las prisiones, a la falta de atención de los gobiernos sobre las personas que están privadas de libertad, a la falta de oportunidad para los jóvenes y a las múltiples restricciones para las personas migrantes. Estos factores no hacen más que generar oportunidades de reclutamiento que alimentan la criminalidad y la violencia.