7 CLAVES PARA ENTENDER EL "TREN DE ARAGUA"

Desde que las autoridades de Venezuela anunciaron que habían retomado el control del centro de operaciones del Tren de Aragua, una de las organizaciones criminales más poderosas de América Latina, el grupo no ha dejado de estar en el centro de la atención. La periodista Ronna Rísquez, quien le ha seguido la huella por años, reflexiona sobre el pasado, presente y futuro de la organización.

Texto: Ronna Rísquez / Edición: Josefina Salomon /Ilustración: Sergio Ortiz Borbolla

 

 

De Grupo a Megabanda. El Tren de Aragua, la organización criminal más poderosa de Venezuela, nació hace casi una década en el Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como cárcel de Tocorón. Varios presos que allí se conocieron aprovecharon la oportunidad para reclutar a sus miembros dentro de la prisión y expandirse. Se estima que el Tren hoy tiene entre 3.000 y 5.000 miembros. El colapso del sistema penitenciario y la desesperada situación humanitaria de Venezuela les facilitó el trabajo.

Adaptabilidad, amplio portafolio criminal y violencia. Son las tres principales características del “modus operandi” del Tren de Aragua. Su adaptabilidad, en particular, les permite tomar provecho de nuevas oportunidades criminales, y les brinda una gran ventaja frente a sus competidores. Actualmente, controlan un amplio portafolio criminal de más de 20 delitos que incluyen tráfico de drogas, minería ilegal, extorsión, contrabando, tráfico de migrantes, trata de mujeres para explotación sexual y secuestro, entre otros. Ejercen la violencia y el control, entre otras cosas, grabando los sanguinarios asesinato que llevan a cabo como una forma de enviar mensajes a sus adversarios.

“Una cárcel sin barrotes”. Es la definición que dio una mujer de San Vicente, un barrio que se transformó en el centro de operaciones del Tren de Aragua fuera de la cárcel de Tocorón. Esta forma de gobernanza criminal impacta en todos los aspectos de la vida de la comunidad, incluyendo las escuelas, la justicia y hasta la forma en la que los vecinos tienen permitido pintar y decorar los frentes de sus casas. Fuera de San Vicente, el Tren de Aragua ha impuesto gobernanzas criminales en otros pueblos de Venezuela, como Las Claritas y en el sur del estado Bolívar, en la zona conocida como el Arco Minero del Orinoco.

Prisión de Tocorón in Venezuela ©In.Visibles/Sergio Ortiz
La prisión de Tocorón era el centro de operaciones del Tren de Aragua ©In.Visibles/Sergio Ortiz

Ocho países. El Tren de Aragua tiene presencia en más de la mitad de los estados de Venezuela y sus actividades ya se han expandido a través de células en al menos ocho países de América Latina. Las autoridades en Perú, por ejemplo, han identificado a miembros de la organización operando al menos desde 2018. En Brasil, se han encontrado a miembros de la megabanda operando en conjunto con el Primer Comando de la Capital, la organización criminal más importante del país, y una de las principales de América Latina. Hay más. El Tren controla el paso fronterizo entre Táchira y el Norte de Santander, en Colombia, y se ha expandido hasta la capital del país. También existen indicios de que operan en la frontera entre Colombia y Ecuador así como en la que comparten Chile y Bolivia. En octubre de 2023, autoridades de Estados Unidos  anunciaron la detención en su territorio de un presunto miembro del Tren de Aragua.

Estructura vertical. Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, es el líder oficial del Tren de Aragua. Larry Amaury Alvárez Núñez, alias “Larry Chaga”; y Yohan José Romero, alias “Johan Petrica” también están al frente de la megabanda y, juntos, se autodenominan “los tres papás”.  Se cree que las células que operan en otros países responden a esos liderazgos y se organizan a través de estructuras basadas en una filosofía de confianza y lealtad.

¿Y el Gobierno? Aunque el gobierno de Nicolás Maduro asegura que la reciente incursión militar que retomó el control de la cárcel de Tocorón, centro de operaciones del Tren, significó el final de la organización, los expertos coinciden que ese no es el caso. Aunque la acción constituyó un duro golpe para la organización, pues lo despojó de su principal base de operaciones y del lugar donde reclutaban su “mano de obra”, los líderes y otros miembros no fueron capturados y se desconoce su paradero.  Aunque no hay pruebas que permitan afirmar la existencia de algún tipo de alianza o negociación entre funcionarios del Gobierno de Venezuela y el grupo criminal, no es la primera vez que las políticas del Gobierno fallan en detener a las organizaciones criminales. El Tren de Aragua, por ejemplo, logró operar sin ningún obstáculo desde la prisión de Tocorón durante años, pese a que la custodia externa del penal estaba a cargo de la Guardia Nacional Bolivariana. La estrategia del gobierno también falló cuando, desde 2017, envió un grupo de exterminio denominado Faes (las Fuerzas de Acciones Especiales) para detener bandas criminales. La estrategia dejó más de 20.000 víctimas de ejecuciones extrajudiciales, mientras el crimen organizado sigue operando.

¿Cuál es el futuro? Aunque la toma de la prisión de Tocorón constituye un duro golpe al Tren de Aragua, es demasiado pronto para hablar del desmantelamiento del grupo. Su control territorial, la visión estratégica del liderazgo de la organización, sumado a su capacidad de negociación y las rentas de más de $15 millones que logran generar cada año son señales de su poder de resiliencia.