TODA CONDENA ES PERPETUA

Las denuncias de malas condiciones y abusos abundan en la mayoría de las prisiones en América Latina, pero mujeres que pasaron tiempo tras las rejas argumentan que los problemas continúan, y aumentan, cuando recuperan la libertad. Claudia Cardona es una de ellas.

Texto: Josefina Salomón / Ilustración: Sergio Ortiz Borbolla

Claudia Cardona, activista de derechos humanos, directora y Cofundadora de Mujeres Libres, dice que la falta de atención y programas de apoyo afecta a la mayoría de las mujeres cuando recuperan la libertad. Y sabe de lo que habla. Tras haber pasado más de nueve años privada de la libertad decidió dedicar su tiempo a cambiar las cosas, la reciente aprobación de una ley inédita en América Latina que ayuda a mujeres privadas de la libertad dice que lo está logrando.

In.Visibles (IV): ¿Cómo describirías la situación penitenciaria en Colombia y América Latina en general, particularmente para las mujeres?

Claudia Cardona (CC): En las cárceles de mujeres el régimen es muy diferente al de los hombres, es mucho más duro. Las mujeres guardianas son más duras con las mujeres privadas de la libertad y juzgan más a las madres, por ejemplo. 

Eso además del tema de la alimentación, de prestación de servicios de salud y de infraestructura, todo eso es terrible. La infraestructura de las cárceles de mujeres no está hecha para las necesidades de las mujeres. Baños sin puertas, lavamanos donde hay que lavar la losa, la ropa, cepillarse los dientes, todo en el mismo lado. Hace un tiempo, por ejemplo, pensamos que era chévere poder llevar copas menstruales a la cárcel, pero cuando hablamos con las mujeres nos dijeron que no podrían usarlas porque tendrían que lavarlas en el mismo lavamanos. Tampoco hay atención especializada, como ginecología. 

Todo esto se suma al tema del cuidado, porque aún en las cárceles, las mujeres siguen asumiendo esos roles de cuidado, de estar pendiente de sus hijos, de sus hijas o de personas que están afuera, trabajando adentro con malos pagos. 

IV: El tema de la responsabilidad de cuidados es una enorme diferencia…

CC: Si, de un hombre privado de la libertad quien está pendiente es una mujer. Una mujer suele ser la que trabaja para poderle mandar los útiles de aseo, para poderle consignar, para poder ir a visita el fin de semana y llevarle algo de comida, pero también cuida a sus hijos. Pero cuando una mujer está en prisión, en un alto porcentaje el hombre la abandona e incluso abandona a los hijos. Entonces se paga una doble condena, porque una sufre, claro, la privación de la libertad, pero como mujeres tenemos esas responsabilidades afuera, que se nos vuelven una carga más grande y digo carga en cómo la gestionamos. Si fuera tenía que trabajar y me tocó delinquir para poderle dar de comer a mis hijos, estando privada de la libertad es mucho más complicado poder mantener a esa familia.

"El Estado parece querer mostrar resultados con un montón de capturas. Lo que ocurre es que esas capturas son de mujeres pobres, en situaciones de vulnerabilidad, el último eslabón de la cadena del narcotráfico, que puede ser reemplazado fácilmente."

IV: En muchos países de América Latina, un gran porcentaje de mujeres que están privadas de la libertad, lo están por delitos que tienen que ver con el narcotráfico…

CC: Si, aquí en Colombia vemos las estadísticas y la gran mayoría de las mujeres están por delitos relacionados con drogas. Delitos que no son violentos, que pueden ser excarcelables, pero el Estado parece querer mostrar resultados con un montón de capturas. Lo que ocurre es que esas capturas son de mujeres pobres, en situaciones de vulnerabilidad, el último eslabón de la cadena del narcotráfico, que puede ser reemplazado fácilmente.

IV: ¿Qué te parece que lleva a una mujer a involucrarse con un grupo criminal?

CC: Yo siempre digo que sí, soy culpable de cometer un delito, pero al final no soy 100 por ciento culpable, porque a mí el Estado no me dio las garantías para yo no tener que buscar esa opción. Entonces, no hay estudio, no hay trabajo, todas esas garantías, todos esos derechos que debería garantizarme el Estado. Entonces, eso lleva a muchas mujeres a mirar otras opciones. Aquí y en todos los países, el Estado castiga a las mujeres por que sí o por que no. Entonces, si tiene hijos y tiene responsabilidades y no puede darle alimentación y tiene unos niños desnutridos, cae el Estado, cae la sociedad, los vecinos, todo, que es una mala madre y hasta los hijos se los quitan. Pero no hay oportunidades. Pero y si no hay oportunidades y ella busca la manera, y esta es una de las maneras, pues también son castigadas porque va en contra de los roles, pues es un delito y también son castigadas. Son llevadas a la cárcel, pero tampoco tienen en cuenta que esos hijos van a quedar solos.

Entonces, sí, son castigadas por responder o no responder, mirando independientemente de si comete un delito o no. Entonces, si llegan al juzgado y el fiscal, si la fiscalía las juzga. A un hombre no se le dice en una audiencia pública “es que tú no eres ejemplo para la sociedad ni para tus hijos y por eso te mando a la cárcel”, a una mujer si le dicen: “Ay, es que usted no es un ejemplo para sus hijos. No pensó en ellos.” O sea, es bien complicado. Y eso pasa en toda la región y a nivel mundial. 

IV: Colombia acaba de aprobar una nueva ley que permite a algunas mujeres privadas de la libertad cumplir sus condenas fuera de la cárcel. ¿Qué puedes contarnos sobre la ley?

CC: Desde hace cuatro años Mujeres Libres viene trabajando esa ley desde que era un proyecto de ley. Si bien ahora la ley no es la mejor, sí es la primera en Colombia, incluso en la región, en donde mujeres que están privadas de la libertad o que van a ser privadas de la libertad porque están en un proceso, pueden, en lugar de llegar a prisión intramural, salir y pagar su condena con servicios sociales a la comunidad, lo que llaman servicios de utilidad pública. 

El Congreso la había aprobado pero el presidente anterior (Iván Duque) no la había firmado porque, entre otras cosas, incluía delitos de droga, pero ¿cómo no se iban a incluir los delitos de drogas si son la mayor causa de privación de la libertad para mujeres? Finalmente seguimos insistiendo con el nuevo gobierno y la ley se sancionó el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Entonces, el objeto principal es que estas mujeres puedan salir para que estén y puedan apoyar a sus familias y a sus hijos, hijas o las personas que dependían de su cuidado.

Ahora estamos en el proceso de la reglamentación. Va a ser un reto implementar la ley, porque las mujeres van a prestar un servicio social en entidades del gobierno o en ONGs y, pues, se necesitan abrir plazas, y el reto es que eso se haga porque hay mucho estigma. Además, el servicio de utilidad pública es no remunerado. La ley tiene un artículo sobre empleabilidad y da dos años para que el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Justicia puedan implementar una política pública de empleabilidad. Entonces, pueda que en estos dos años comiencen a trabajar en esa política pública, pero las mujeres que salgan este año van a estar muy amarradas a eso.

Pareciera que los desafíos de la cárcel se trasladan con las mujeres aun cuando recuperan la libertad… 

CC: Claro, totalmente. Cuando se sale de la cárcel existen mil problemas y mil más que no conozco. En general, lo que sabemos es que se sale de la cárcel y tenemos el problema de antecedentes penales, no nos reciben en un trabajo. Los antecedentes son públicos, cualquier persona lo puede buscar en internet y entonces los empleadores utilizan esto siempre. Entonces, cuando les sale el registro que tiene antecedentes, pues no, gracias, no te podemos recibir. El tema de los antecedentes también perjudica a mujeres que no pueden volver a sus hogares donde había violencia y necesitan buscar otro lugar. Yo tengo este apartamento, vivo en este apartamento, pero no está en nombre mío. Está en nombre de un tercero. Incluso yo que tengo un sueldo y que puedo demostrar ingresos, no lo puedo hacer. O sea, luego de seis años de recuperar la libertad todavía esa historia es como casi una historia que no se puede borrar.

Claro, mi situación es diferente a las de mis compañeras. Yo tengo un trabajo, pero la mayoría no consigue trabajo, entonces no hay nada. La sociedad dice “Ay, pues que no aprovecha la oportunidad. Yo pondría una venta de empanadas o de arepas en la puerta”. Pero es que para esto se necesita plata. Una no sale de la cárcel con plata y los bancos cierran las puertas. No se pueden abrir ni siquiera cuentas de ahorro por los antecedentes penales, pues mucho menos podemos pedir un préstamo para emprendimiento o para vivienda, para lo que sea, no se puede porque estamos reportados en las centrales de riesgo. Entonces, no es tan fácil. 

Otro tema es el de los hijos, las hijas. Hay mujeres que llegan a las casas y sus hijos no las reconocen como figura de autoridad, todo se vuelve un conflicto familiar, aparte del conflicto que la misma mujer tiene de sentir culpa.

IV: ¿Qué pasa con las mujeres que habían establecido una relación con una organización criminal? 

CC: Cuando están dentro de la cárcel se olvidan de ellas. Si existiera esa organización que las apoya, pues no estarían tan mal adentro. Económicamente podrían tener algunos recursos, pero son olvidadas. Simplemente van y reemplazan a esas mujeres con otras. Para algunas, cuando salen y están mal, no tienen para comer, para darle a los hijos, las organizaciones les han vuelto a decir “pues venga y trabaje”. Y pues muchas lo tendrán que hacer y otras dirán que no, pero es muy difícil con la situación que se pasa al salir, es muy complicado. Siempre lo he dicho ¿cómo quieren que no haya reincidencia si no hay oportunidades?

Hay mujeres que al salir pueden conseguir trabajo, formales e informales. Entonces, por ejemplo, hemos tenido compañeras que han conseguido trabajos formales, con contrato, que no revisaron sus antecedentes, pero al mes me han llamado llorando, ¿Pero qué pasó? “Es que para pagarme mi primer sueldo tenía que abrir una cuenta de nómina y el banco no me la abrió y yo dije que no sabía por qué, pero la empresa llamó al banco y se enteraron. Y me sacaron, me despidieron”. Muchas veces ha pasado esto. Como también ha pasado con compañeras que tampoco lo dicen o no miran los antecedentes, pero cuando se dan cuenta, entonces comienzan a darles más trabajo. Si ya tendrían que trabajar ocho horas, ya les ponen trabajo en los fines de semana, en las noches. Tengo una compañera que incluso le tocó renunciar porque ya se sintió acosada, porque en la empresa se enteraron. Ya estaba contratada, pero se enteraron. Y luego la Oficina de Recursos Humanos filtró la información y los compañeros se enteraron. Entonces, los mismos compañeros estaban encima de ella. Pero también en los trabajos informales, también los empleadores se aprovechan. Ha ocurrido violencia sexual, abuso, como tocamientos, incluso violaciones. Les dicen: “pues agradezca que la tengo aquí trabajando porque usted tiene antecedentes.” Y pues las mujeres no denuncian, uno por miedo, dos porque necesitan el empleo.

Es como una doble condena. Nosotras la llamamos pena perpetua, porque aunque no nos haya tocado pasar toda la vida en la cárcel, salimos y es igual. 

IV: ¿En la cárcel no hay una preparación para lo que ocurre después?

CC: En la cárcel, el tema de resocialización no existe y las actividades ocupacionales que dan no ayudan para la salida en libertad. Mira, tejer, coser, que además de ser actividades estereotipadas para las mujeres, ven y tomas el curso de maquillaje, de salón de belleza, de arreglar uñas, de tejer, de hacer manillas. Entonces, estereotipadas, comenzando por ahí, pues hacer manillas cuando yo salga en libertad no me va a dar para pagar arriendo, servicios, mantener a mi familia, sostenerme, o sea, eso no me va a dar. Entonces, adentro está ese problema y afuera se ven las consecuencias. 

IV: ¿Cuál sería un modelo alternativo a este?

CC: Pues aquí en Colombia se ha trabajado el tema de justicia restaurativa, el problema es que cada uno trabaja por su lado y no se hace nada. Entonces, se intenta hacer, pero en mayor medida no se logra. 

Te pongo un ejemplo de una compañera. Cuando esta compañera estuvo privada de la libertad fue torturada por una guardia, entonces ella respondió y le pegó. La guardia luego puso una denuncia y unos seis años luego de recuperar la libertad, ya con una familia y un hijo, una chica inteligente becada en una Universidad privada, le cae un nuevo proceso. Entonces, ¿Cuál es el mensaje?

Conseguimos la abogada, que nos ayudó muchísimo, y una psicóloga también. Y entre las cuatro comenzamos a formular una estrategia. El mensaje era que no se la volviera a mandar a la cárcel y, así, cortar todo el proceso que se había comenzado, con todo el cambio que había logrado. Entonces, el juez y el fiscal aceptaron lo de justicia restaurativa y lo que pidieron fue que hiciera un video donde le pidiera perdón a la guardia, siendo ella la torturada, pero bueno, donde le pidiera perdón a la guardia y que fuera en YouTube y que tuviera tantas vistas y comentarios. Con la ayuda de la abogada y la psicóloga, hicimos un video que mostrara más su vida: “Yo era así y ahora hago esto. Este video lo hago por esto. Pido perdón. El delito que cometí fue esto dentro de la cárcel, pero mi vida ahora es ésta”. Y fue espectacular.

Lo que pretendía la fiscalía era que tenía que pedirle perdón a la guardiana y enseñarle a la sociedad que esto no se hace. O sea, justicia restaurativa, pero punitiva. Entonces, nosotras le dimos otro enfoque al video. Hace dos meses quedó cerrado que el proceso ya quedó terminado.

Esta entrevista fue levemente editada para mayor claridad y menor extensión.