A río revuelto: GRUPOS criminales encuentran oportunidades en crisis Argentina

La economía argentina está en terapia intensiva. El estancamiento económico, acompañado de tasas de inflación récord y recortes en programas sociales, se está traduciendo en un aumento de la pobreza y marginalidad. Pero lo que es crisis para algunos es oportunidad para otros, particularmente los grupos criminales. En los barrios dicen que el narcotráfico se expande y afianza mientras los analistas alertan sobre posibles nuevas dinámicas en el largo plazo.

 

Por: Josefina Salomón  Ilustración: Sergio Ortiz Borbolla 

Eudelia revuelve la olla con energía. El aroma de arroz con pollo que cocina ya ha contagiado a toda la sala de La Poderosa, una organización social, y se cuela entre los pasillos de La Fátima, un barrio popular en el borde de la ciudad de Buenos Aires. Hace más de una década que la cocinera prepara almuerzos, y meriendas. Dice que aunque hace años las cosas son difíciles, en los últimos meses ha notado cambios. 

“Empezaron a venir más jubilados y niños, hasta personas que tienen trabajo,” dice y señala con la cabeza la fila de gente que espera afuera. El relato se repite en todos los rincones de la Argentina.

El país sudamericano está sumergido en una crisis casi sin precedentes en tiempos recientes. El estancamiento económico, sumado a una inflación anual récord de más del 270% ha generado un aumento del nivel de pobreza que está proyectada en casi 60%, según un estudio de la Universidad Católica Argentina, el nivel más alto de los últimos 20 años. UNICEF dice que, si el gobierno no aumenta el gasto social, el nivel de pobreza de niñeces podría subir al 70% antes de fin de año. 

La política social a la que se refiere la agencia de Naciones Unidas es un plan de shock económico puesto en marcha por el presidente libertario Javier Milei, quien tomó posesión en diciembre. Hasta ahora, incluyó una fuerte devaluación de la moneda local y un recorte abrupto del gasto público, incluyendo los presupuestos a comedores de los que dependen millones de personas. 

Milei dice que esta era la única forma de sacar al país de su encrucijada. Celebra el balance positivo de las cuentas fiscales por primera vez desde 2012 y la baja de la inflación en febrero y promete más recortes, un poco más de esfuerzo. “Falta poco” asegura, y pide paciencia.

“Siento que estamos caminando hacia ahí. Ahora vemos que hay más consumo y si hay más demanda y más gente que quiera consumir, los narcos no van a tardar en llegar, en buscar la manera de entrar. Todo eso está relacionado con la crisis.”

En los barrios marginalizados, el impacto de la crisis sobrepasa las cuentas que llegan a fin de mes que ya pocos pueden pagar. Se siente en las ollas y en los pasillos sin nombre. Se teme por lo que se viene. 

Fernanda Miño, lideresa social del barrio La Cava en la zona norte del gran Buenos Aires, dice que le preocupa el impacto de las políticas económicas y sociales en los jóvenes. Hasta fin de 2023 estaba encargada de un programa social para la urbanización de barrios marginalizados. El programa se gestionaba en coordinación con vecinos y vecinas de los barrios y empleaba mano de obra local. Todos ganaban. Pero la “motosierra Milei” recortó el presupuesto que ya tenían asignado. 

“Nosotros absorbíamos la mano de obra de los pibes de la esquina, a los que conocemos desde siempre. Ahora, ¿Qué van a hacer? Me da miedo lo que pase cuando ya no esté la cooperativa para contenerlos, cuando ya no esté el Estado,” dice. Explica que la falta de programas de integración es equivalente a abrir las puertas de par en par a las bandas criminales que buscan controlar territorios para fortalecerse. 

La ecuación es relativamente simple, y aterradora. Con una economía quebrantada, con menos oportunidades en la economía formal, más pobreza y marginalidad crece el atractivo de lo que ofrecen los grupos criminales: ganar dinero, un sentido de pertenencia, poder local.

Monica Troncoso, de la Poderosa, la organización que lidera el comedor en Fátima, dice que están empezando a ver lo que en otros barrios del área ocurría hace 20 años y ahora están, como dice, “comidos por el narcotráfico”. 

“Siento que estamos caminando hacia ahí. Ahora vemos que hay más consumo y si hay más demanda y más gente que quiera consumir, los narcos no van a tardar en llegar, en buscar la manera de entrar. Todo eso está relacionado con la crisis.” 

Las historias se repiten una y otra vez en cada punto del Gran Buenos Aires. 

“La droga fue creciendo mucho en los barrios en los últimos 10 años, con distintos gobiernos. Fue penetrando en el tejido social y cambiando los vínculos entre las personas,” explicó una lideresa social de un barrio del Conurbano a quien no nombraremos para proteger su seguridad. “En los barrios hay mucha cocaína, pasta base y otros tipo de consumos mucho más destructivos que te genera zombis y ¿qué tipo de vínculo podés construir con pibes que están como zombis? En este contexto lo que vemos es que los pibes se plantean que, si no estás comiendo, si no hay esperanza, te las terminás dando en la pera para no pensar.” 

“La falta de trabajo es un aspecto fundamental, la falta de oportunidades. Hay mucha gente en una situación de gran abandono. Personas que hoy viven con el piso de tierra y sin luz. Todos esos adolescentes ¿qué van a hacer? Los pibes que salen de prisión y vuelven a esos contextos ¿qué van a hacer? En la inmediatez de llevar plata a la casa, van ahí, a vender droga. No ven otra cosa,”

Además, explica, están quienes identifican a los jóvenes más vulnerables dentro de los barrios, los que no tienen recursos pero sí responsabilidades o los que acaban de salir de cumplir una condena – los que tienen menos posibilidades de decir que “no” y más de ser reclutados como mano de obra barata, los “soldaditos”. 

“La falta de trabajo es un aspecto fundamental, la falta de oportunidades. Hay mucha gente en una situación de gran abandono. Personas que hoy viven con el piso de tierra y sin luz. Todos esos adolescentes ¿qué van a hacer? Los pibes que salen de prisión y vuelven a esos contextos ¿qué van a hacer? En la inmediatez de llevar plata a la casa, van ahí, a vender droga. No ven otra cosa,” explica.

Diversos analistas dicen que más allá del empeoramiento de las condiciones sociales, la crisis económica puede modificar las dinámicas criminales del mercado de la cocaína. 

En primer lugar, señalan que la devaluación de la moneda local con respecto al dólar norteamericano puede impactar en la dinámica de comercio de la cocaína. Como no se produce en la Argentina, los grupos locales deben conseguir cada vez más pesos para comprar el producto en dólares, lo que es cada vez más complejo, explica Hernán Flom, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Berkeley y especialista en crimen organizado, violencia y policía.

“Si eso lo extrapolas a otras etapas del proceso, podrías ver que o puedan comprar menos o incrementen una forma de suplir el ingreso por día y aumenten otras actividades ilícitas que puedan servir como fuente para conseguir los bienes de intercambio como el robo de autos o el comercio de otro tipo de materiales, armas o lo que sea, para pagar a estos grupos, o buscar otros socios para el negocio,” dice.

En segundo lugar, aun cuando el mercado de drogas ilícitas tiene mayor elasticidad en cuanto a la dinámica de oferta y demanda, una fuerte crisis económica puede afectar esa flexibilidad y generar cambios en los mercados de consumo. 

“Como cualquier comerciante, el vendedor minorista sabe que hay un límite al precio que puede cobrar . El dilema es subir el precio, bajar la calidad o ambas cosas,” explica Flom.

“Siempre hay una segmentación grande del mercado, con consumidores de mayor poder adquisitivo que van a seguir yendo por un producto de mayor calidad y probablemente tengan más flexibilidad sobre lo que van a poder pagar y el mercado de menor poder adquisitivo que consume drogas más estiradas o de menor calidad o algún tipo de substituto, lo que es preocupante en el sentido de elaboración más casera, más doméstica con sustancias de corte, drogas sintéticas.”

Argentina es uno de los mayores mercados de consumo de cocaína en América Latina, una cifra que ha aumentado en los últimos años, según información de Naciones Unidas. 

En tercer lugar, los cambios locales en el contexto de la crisis generan un ambiente que facilita el lavado de dinero. 

“Por un lado, tenés un país con un bajo número de condenas por lavado de dinero, a eso se suma un gobierno que, pretende desregular todos los ámbitos de la vida económica, lo que hace más fácil que entren los dólares que puedan ser lavados junto con otros productos que puedan ingresar materialmente como por el sistema financiero,” explica Fom y argumenta que en un momento de crisis económica aguda y alta recesión, con necesidades de inversiones, los controles pueden volverse más laxos.

Por último, en el contexto de la crisis y en medio de la reestructuración del Estado a manos de la administración Milei, surgen preguntas sobre la inversión que es necesaria para la investigación de crímenes complejos como el narcotráfico, que requieren estrategias, y recursos para el largo plazo.

Mientras tanto, en Zabaleta, el barrio popular más grande de la Ciudad de Buenos Aires, las lideresas sociales dicen que, el problema es no poder competir con lo que los narcos ofrecen a los jóvenes.

“Cuanto más se profundiza la crisis, el hambre, cada vez es más viable la alternativa del narcotráfico como forma de vida para ganar plata fácil. Aunque termines muerto o preso. Nosotras hacemos un trabajo de prevención, de acompañamiento, abrimos espacios comunitarios, pero competir con lo otro a veces se hace muy difícil. A un chico le decía ‘te vas a morir si seguís así’, me miró y me dijo: ‘yo ya estoy muerto’ ”